
Matriz de riesgo social
En 2016, Mónica Rovelo colaboró en la construcción de una matriz de riesgo social para el proyecto del gasoducto Tuxpan-Tula. El proyecto ya tenía una serie de dificultades ya que la mayoría de las comunidades, pertenecientes a los 9 municipios por los cuales atravesaría el ducto, estaba en desacuerdo con el proyecto. Por tal motivo, la empresa encargó la elaboración de una matriz de riesgo social que estudiara a fondo las causas del rechazo y que propusiera diferentes alternativas a los múltiples panoramas que se presentaban.
La Evaluación de Impacto Social ya se había elaborado y en ella se encontraron muchos elementos que apoyaron la construcción de la matriz de riesgos, como los actores y organizaciones de interés y los impactos asociados a la obra, sin embargo, por la complejidad del proyecto, habría que construir una estrategia para cada una de las 117 localidades ubicadas en el área de influencia.
Por este motivo, se hizo un estudio de campo con 18 personas que recorrieron durante 15 días cada comunidad para recabar la información tanto de las localidades como de las comunidades indígenas cercanas al trazo. Una vez recibida la información de campo, esta se sistematizó en una matriz que contiene 104 variables por cada una de las localidades, más una calificación final para identificar la intensidad del riesgo prevaleciente en cada comunidad, y las recomendaciones precisas para cada caso.
Beneficios
- La empresa tuvo en sus manos un instrumento eficaz para la toma de decisiones respecto a la viabilidad del proyecto.
- La matriz de riesgo social sirvió para aplazar un proyecto que sería, a todas luces, de alto riesgo social y para reconsiderar el trazo del ducto de tal forma que no se afectara a las comunidades indígenas.
- La matriz de impactos contribuyó a evitar un conflicto social en la región.